martes, 27 de febrero de 2007

René y la salsa


Entre las nuevas actividades de la Biblioteca Popular Marta Paste se cuentan unas simpatiquísimas clases de salsa. Algunas quejas apuntan a la necesidad de mayor volumen en nuestro doble cassetera, en concordancia con el sudor que parece ser característico de esos ritmos tropicales. Pero como las clases se dan en la Sala de Lectura, en horario vespertino, creemos que la voluntad de zangoloteo debe suplir la falta de parlantes.

Uno de los socios más ilustres viene a las clases, religiosamente, y se dedica a exponer, en cuanto puede, en esos intermedios dados a la charla, su imposibilidad para captar los pasos. Desde mi escritorio escucho con disimulada atención las insistentes disculpas con las que el muchacho deja en claro, sin quererlo, que el cuerpo es una cosa y la mente otra.

Betty sugirió pasarle el librito de Descartes para que entendiera que a partir de allí han tratado de hacerle creer eso a todo el mundo. Pero a mí me parece que más bien podría ser dañino; no me extrañaría escuchar en un par de semanas, en lugar de un eufórico “azúcarrrr”, algo como “Pienso, luego bailo”.

A esto se suma que la traducción que tenemos en inventario es muy mala y que lo mejor para ese muchacho es dejarse llevar.

domingo, 25 de febrero de 2007

Ante las maliciosas dudas planteadas por algunos de nuestros socios, quisiera dejar en claro que la Biblioteca Popular no lleva el nombre “Marta Paste” como un despliegue de egocentrismo de mi parte, sino como un sentido homenaje a quien fuera la fundadora de un legado familiar que ya lleva tres generaciones bregando por la difusión de la cultura. Yo solamente he tenido la dicha, desde mi primer vagido, de llevar su nombre y tratar, humildemente, de continuar su tarea y conducir (junto a Betty) esta institución cuyos fundamentos, en lo que a su realización virtual refiere, hemos de enumerar, pero no necesariamente de cumplir.

  • La Biblioteca Popular Marta Paste tiene dial up. Así se va a quedar por un buen rato.
  • Este no es un espacio para el delirio catártico, sino un blog institucional. (Betty se muere por contar su historia con el negro de Belice. “Será cuando haya banda ancha”, le dije)
  • El ingreso de nuevos socios es bienvenido, sin distinciones de clases, razas, creencias o inclinaciones sexuales. Pero la casa se reserva el derecho de admisión. Y nosotras decidimos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, para la tranquilidad de algunos socios actuales.
  • La inclusión de imágenes, la selección del “lector del mes” y la recomendación de sitios estarán supeditadas al progresivo aprendizaje de las herramientas virtuales necesarias.
  • El hecho de que, cuando aprendamos, publiquemos una simpatiquísima foto de Betty y yo en un encuentro de Bibliotecología del 2002 no autoriza a los socios a saludarnos si un día nos encuentran por la calle.
  • Los presentes fundamentos pueden ampliarse, reducirse o desaparecer sin que esto suponga una lectura psicológica barata expuesta con el desagradable grito “¡Neurosis!”

jueves, 22 de febrero de 2007

La institución permanecerá cerrada por un tiempito. Betty y yo estamos haciendo el inventario.