lunes, 21 de abril de 2008

Repetidor

A pesar del humo que entraba por la ventana, del dolor de espalda que por estos días insiste en acompañarla y de la cercanía del referencista que no le pierde pisada, Betty consiguió acercarse mi escritorio y recostándose sobre el armario me dijo en un susurro: “A mí lo que me asombra es la insistencia. La manera en que María Luisa, o yo, o vos, sin ir más lejos, ya sabemos varias cosas, y sin embargo intentamos de nuevo.” Y sin que pudiera ni siquiera ofrecerle que se sentara, siguió: “Todavía no me lo figuro del todo, pero debe ser que no son repeticiones, que todo es nuevo aunque sea lo mismo. Hasta cuando nos quedamos quietas, pienso a veces, y parece que descansamos, en realidad estamos tomando aire para otro etcétera”.
Estuve a punto de decirle que le preparaba un tecito, y preguntarle si lo decía por el chico que viene a la Sala de Lectura para preparar por enésima su examen de Higiene para la Salud. Pero ni yo podía creerme semejante cosa frente a la sonrisa medio boba con que la ví mirar por la ventana y acomodarse los aros.

martes, 15 de abril de 2008

Changing rules




Y así es como en estos días se impone, en contra de todo Reglamento que negaba la confesionalidad de la BPMP, el relato de esto que sigue.
Y así es que termino diciendo que hace unos días un viaje en avión me deja sentada junto a dos señoras y (pasillo de por medio) una chirusa sin encanto, pero con el pelo perfecto como nunca podré tenerlo. Cuando todo prometía una siesta, el diálogo de mis mujeres mayores me deja pegada sin disimulo al relato de sus hijos desaparecidos, de la charla que van a dar, de la historia de quién fue a la primera reunión de Madres, de las fotos imposibles de Hebe tomando la comunión. Y al lado, mi chirusa de pelo Sedal esconde su celular prendido para poder despanzurrarse escuchando el MP3, mientras la noticia del chino que hizo chocar un avión, a fuerza de interferencia telefónica y tilinguería, da vueltas en mi cabeza.
Entonces, pensé que la maqueta del viaje estaba toda ahí, conmigo ganada por el silencio y el temor de dar vuelta la cabeza, eligiendo evitar los riesgos de ser una metida o una buchona, optando por la discreción y pagando ese precio con la incomodidad.
Pero ninguna maqueta puede tener todos los detalles, y como dijo pdepau a la vuelta de mi engañoso turismo laboral, ya cansada pero lúcida, “no hay manera de no correr riesgos”. Y aunque las señoras se bajaron en la primera escala y la chirusa no hizo caer el avión, parece que yo he decidido seguir todavía en el viaje, ver qué pasa y no quedarme tan quieta, considerando que de todas maneras siempre hay peligro y aviones imprevistos. O trenes, para el caso.