miércoles, 29 de agosto de 2007
Hasta la victoria siempre
miércoles, 22 de agosto de 2007
Telefonía móvil
Mientras charlábamos sobre la ilusión de que lo nuevo es mejor, apareció por la puerta principal de la Sala de Lectura un antiguo socio a quien nos costó reconocer debajo del montgomery vintage y los anteojos de sol. El muchacho excesivamente serio que durante varias temporadas se había llevado en préstamo, sin prisa y sin pausa, la obra completa de todos los poetas latinos, caminaba ahora hacia nosotros con aire de catwalk y solicitaba, sin un atisbo de duda, “lo último de Franzen”.
Mientras Betty buscaba sin éxito en los anaqueles, seguí haciendo el listado con los dos internos para pegar en cada uno de los escritorios y traté de encontrar detrás de los vidrios espejados alguna huella del joven demasiado maduro que una vez había conocido y que sin dudas seguía ahí.
Después me acordé de la vez en que Betty se tiñó el pelo y tardé tres segundos en reconocerla sentada en Las Violetas, y de cuando volví a besar a Alcides simplemente porque no lo reconocí en una fiesta de disfraces, y de la vez en que María Luisa se comprometió con el referencista que la había engañado simplemente porque habían renegociado algo que solo ellos podían entender, y de la charla confesional que tuve con una bibliotecaria de Rawson a la que conocí por tres horas.
Al rato Betty volvió con la respuesta lógica de que no teníamos ese volumen, pero diciendo que si él quería podíamos cambiarle la foto del carnet, para que se pareciera más a sí mismo. Calculo que con el cutter en la mano se sentía más segura acerca de cómo ordenar lo nuevo y lo viejo. El muchacho, sin embargo, no andaba con fotos carnet encima y prometió volver al otro día para la renovación, aunque todavía no tuvimos noticias suyas.
lunes, 6 de agosto de 2007
Y como alguna otra vez en la que la lógica de
Hoy, en plena auditoría enviada por las gentes que oportunamente nos otorgaron el subsidio, nos dimos cuenta con Betty de que podemos estar conformes con lo realizado y contentas con el color elegido para las estanterías. Creemos también que los miembros de
Yo le dije a Betty que con esto nos poníamos sensibles, pero insistió en que era indispensable hacer saber a todos los socios de la existencia de esta organización y también de la posibilidad de asociarse con un módico Bono contribución canjeable por alimentos no perecederos y la posibilidad de identificarse con quien mejor le quepa.