lunes, 28 de mayo de 2007

Pasame el Blem

Por razones de reestructuración de la Biblioteca, estuvimos haciendo con Betty una limpieza general de armarios, estanterías y archiveros. Y por supuesto, todo se volvió un infierno cuando tuve que soportar los repetitivos comentarios de mi compañera acerca de la paradójica denominación de "limpieza general" para aquel modo de aseo que se detiene en las cuestiones más particulares. Pero a pesar de las detenciones que Betty llevaba a cabo una y otra vez con la franela en la mano derecha y la cadera sosteniendo la mano izquierda, lo más llamativo del caso fue que, uno por uno, los socios históricos de la BPMP se hicieron presentes de alguna forma en el revoltijo, dejando un tendal de objetos o imágenes que permanecen ahora en un bonita caja de "cosas perdidas/encontradas”. Fotos con más pelo o más kilos, actitudes rockeras barriales en tapas de Cds, libros prestados que se han convertido en donaciones, recortes de periódicos con frases seguramente sacadas de contexto, manuscritos anillados que no llegaron a concursos literarios(*), en fin, una preciosa masa amorfa de pasado.
Y más allá de la fama de melancólica que Betty se ha ganado, debo reconocerle esta vez que guardó la cajita prolijamente en un rincón, y nos pusimos las dos a admirar lo bien que nos quedaba el contact floreado como fondo de los cajones.



(*) Un imperdonable olvido: tarjetas personales de metal de clara extracción palermitana.

sábado, 19 de mayo de 2007

Betty insiste

Betty insiste, desde que inauguramos este espacio virtual, en que ofrezcamos a nuestros socios fragmentos literarios de nuestro agrado, con el fin acercarlos a vaya a saber qué cosa. Prolijamente, he tratado de complacerla (dado que cuando no se la complace su personalidad se manifiesta, insoportable, con absoluta contundencia) sumando a las comunicaciones escritas alguna que otra cita. Esta vez, sin embargo, estoy cansada de discutir y Betty cree, tal vez a raíz de algunos cruces que se advierten en la zona que circunda a la BPMP, que lo que sigue es adecuado para la lectura de los visitantes. Yo ya le expliqué que tal vez nos traiga problemas con nuestros socios heterosexuales. Allá ella.

Cuando dos sujetos disputan de acuerdo con un intercambio regulado de réplicas y con vistas a tener la “última palabra”, estos dos sujetos están ya casados: la escena es para ellos el ejercicio de un derecho, la práctica de un lenguaje del que son copropietarios; cada uno a su turno dice la escena, lo que quiere decir: jamás tú sin mí, y recíprocamente. Tal es el sentido de lo que se llama eufemísticamente el diálogo: no escucharse el uno al otro sino servirse en común de un principio igualitario de repartición de los bienes de palabra. Los participantes saben que el enfrentamiento al que se entregan y que no los separará es tan inconsecuente como un goce perverso (la escena sería una manera de darse placer sin el riesgo de engendrar niños). (Roland Barthes. Fragmentos de un discurso amoroso)

domingo, 13 de mayo de 2007

Aquaman

Un querido socio de la Biblioteca, más partidario de llevarse los libros a domicilio que de sentarse en la Sala de Lectura, estuvo el sábado renovando el carnet y, como de costumbre, Betty le ofreció un cafecito con el evidente deseo de que la charla le hiciera más llevadera la guardia de fin de semana.
Lejos de todas las previsiones, el muchacho se despachó con la angustia que le producía la prueba (teórica y práctica) a la que iba a someterse para cumplir con su sueño de formar parte de la Selección Nacional de Hockey bajo el Agua. Conciente de su tarea, Betty tardó apenas un minuto en traer de los anaqueles el Reglamento correspondiente y sumarlo a la lista de préstamos del día.
Un rato después nos enterábamos de que los jugadores suben por turnos para tomar aire con su snorkel y que siguen viendo el partido desde arriba, y de que cada uno tiene una zona definida de juego, y de que hay equipos mixtos.
Betty y yo nos quedamos charlando hasta tarde, sin decidirnos acerca de si se trataba de un deporte solitario o grupal, recordando el silencio estridente que se escucha bajo el agua y la distancia que siempre es más grande con esa masa líquida de por medio.
Y también pensamos, creo yo, que de vez en cuando está bueno salir y tomar aire, y tener perspectiva pero seguir listos para sumergirse de nuevo.
Lo que no sabemos, aunque Betty sugirió algunas opciones, es qué tipo de anfibio es el árbitro y dónde se sienta el público.

domingo, 6 de mayo de 2007

Té con masas

Cansada de tratar de definir con Betty una lógica para los ficheros, que cada vez están más desordenados, supuse que el efecto distractivo que María Luisa siempre produce entre nosotras era la mejor manera de retomar un diálogo amable, tecito de por medio.
Pero como suele suceder últimamente, las cosas no resultaron como yo esperaba y María Luisa, sintiéndose libre para elegir entre la frivolidad y melancolía, propuso sin más que recuperáramos allí mismo nuestras viejas tertulias de lectura poética. Y dispuesta a todo, sacó de su carterita cigarette el librito de Sylvia Plath y se despachó con Daddy, eligiendo los versos y susurrando en su inglés que, hay que decirlo, hiela la sangre del más pintado


You stand at the blackboard, daddy,

In the picture I have of you,
A cleft in your chin instead of your foot
But no less a devil for that, no not
Any less the black man who

Bit my pretty red heart in two.
I was ten when they buried you.
At twenty I tried to die
And get back, back, back to you.
I thought even the bones would do.

But they pulled me out of the sack,
And they stuck me together with glue.
And then I knew what to do.


Por un rato se enfrió el té y pensé en que las dotes adivinatorias de Betty habían migrado a María Luisa pero sin ternura, y en que encontrar el libro adecuado no siempre es un triunfo y en que algunas veces quedamos afuera de la lectura aunque nos la griten en el oído. Y después me comí un pañuelito de dulce de leche calculando que difícilmente se acercara algún socio por el resto de la tarde y que me faltaba terminar la lista de recomendaciones de libros de fácil lectura para las vacaciones de invierno. En eso estoy, pero María Luisa todavía está lavando las tazas.

***
Sobre el hombro de Ma. Luisa, Betty seguía la lectura de una traducción que nunca le gustó, pero que me exigió que transcribiera: Está de pie junto a la terraza, papaíto,/ en el retrato tuyo que tengo,/un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,/pero no por ello menos diablo, no menos/el hombre negro que/me partió de un mordisco el bonito corazón en dos./Tenía yo diez años cuando te enterraron. A los vfeinte traté de morir/para volver, volver; volver a ti./ Supuse que con los huesos bastaría./Pero me sacaron de la tumba, y me recompusieron con pegamento./ Y entonces supe lo que había que hacer.