A contramano de la primavera, que reprodujo por docenas a jóvenes socios con sus mochilas al hombro, Betty persistió por los primeros días de septiembre con el vestuario invernal de montgomery gastado que alguna vez fue de Alcides y gorrito pituco, regalo de María Luisa para el Día del Amigo.
Dispuesta a pasar por alto semejante muestra de frío interno, le preparé un tecito helado y se lo llevé hasta el depósito, con la secreta esperanza de que su incursión por esos anaqueles no tuviera otra razón que el orden obsesivo. Pero esa posibilidad quedó rápidamente descartada cuando vi a Betty asomada a la banderola y susurrándole vaya a saber qué cosa al bicho canasto que cuelga ahí desde marzo.
Mientras se bajaba, y lejos de hacer algo por superar la incomodidad de la escena, Betty se explayó en las dificultades que su don de gentes afrontaba frente al silencio con que la larva resistía los intentos de diálogo.
Aprovechando que los anaqueles que quedaban a la altura de mi mirada cargaban con algunos clásicos de la lingüística pragmática, intenté raudamente soltarle un conjunto de ideas sobre la posibilidad del diálogo, los actos de habla y las últimas teorías de la comunicación.
Pero Betty, con la mirada comprensiva de quien ya pasó por todas esas explicaciones de papers académicos y los test de Para Ti, miró fijamente los dos cubitos que flotaban en el ice tea hasta que dejé el bla bla.
Un rato después, asentí en silencio cuando Betty me dijo de la necesidad de hablar aunque el otro ya no escuche, y de las bondades de callarse cuando las explicaciones ya fueron demasiadas o quizás ninguna, y de la duda entre gritar o llamarse a silencio por mil años, y de la dificultad de entender el modelo de Jakobson, sobre todo cuando llega la primavera y sigue haciendo tanto frío.
Dispuesta a pasar por alto semejante muestra de frío interno, le preparé un tecito helado y se lo llevé hasta el depósito, con la secreta esperanza de que su incursión por esos anaqueles no tuviera otra razón que el orden obsesivo. Pero esa posibilidad quedó rápidamente descartada cuando vi a Betty asomada a la banderola y susurrándole vaya a saber qué cosa al bicho canasto que cuelga ahí desde marzo.
Mientras se bajaba, y lejos de hacer algo por superar la incomodidad de la escena, Betty se explayó en las dificultades que su don de gentes afrontaba frente al silencio con que la larva resistía los intentos de diálogo.
Aprovechando que los anaqueles que quedaban a la altura de mi mirada cargaban con algunos clásicos de la lingüística pragmática, intenté raudamente soltarle un conjunto de ideas sobre la posibilidad del diálogo, los actos de habla y las últimas teorías de la comunicación.
Pero Betty, con la mirada comprensiva de quien ya pasó por todas esas explicaciones de papers académicos y los test de Para Ti, miró fijamente los dos cubitos que flotaban en el ice tea hasta que dejé el bla bla.
Un rato después, asentí en silencio cuando Betty me dijo de la necesidad de hablar aunque el otro ya no escuche, y de las bondades de callarse cuando las explicaciones ya fueron demasiadas o quizás ninguna, y de la duda entre gritar o llamarse a silencio por mil años, y de la dificultad de entender el modelo de Jakobson, sobre todo cuando llega la primavera y sigue haciendo tanto frío.
11 comentarios:
Por eso siempre es bueno tener un barman a mano: ellos están obligados a escuchar.
No todas las larvas son iguales . Algunas responden a lenguajes que conocemos poco o que no usamos casi nunca . Cuando se acierta con el código justo , hay larvas que se convierten en insectos maravillosos .
Pero si no lo sabemos de antemano , la desesperanza nos invade : la larva será siempre larva .
O se metamorfoseará en un clima más propicio , lejos .
Por favor , dígale a Betty que siempre encontrará un interlocutor , que sin receptor no hay mensaje y que se cuide de no morir atorada por la catarata de palabras que va juntando cada día .
Quizás si Betty escribiera ...
Empieza a importar poco el receptor ausente, cuando lo que uno queda diciendo o preguntando es respondido a la vuelta de otras esquinas, por otros interlocutores casuales o por el reflejo de uno mismo en alguna vidriera...
por suerte, ademas de los esquinazos existen las esquinas y sus sorpresas.
Pero cuánto hace que no veo un bicho canasto (lo tenía que decir)!
ay marta, marta, marta, la extraño tanto, la quiero tanto y nunca supe que pasó con todo lo que pasó. Ud me niega en su vida cercana y en sus confesiones más sentidas, ponte tú.
Será que cuando el bicho esta en el canasto (en realidad es una bicha la que esta en el canasto) ya no es larva y es adulta?
Hago mías las palabras de Criminal.
Crimi:ustë no deja pasar una. Usté es un guacho. Lo quiero.
Miss Ele: Coincido con usted en la diversidad de larvas, pero como casi todo es cuestión de táimin, hay veces en las que uno no tiene ganas de andar cambiando el código sobre la marcha, o algo así. Que la larva se metamorfosea, no hay dudas. Betty tiene interlocutores y por suerte no se está ahogando con lo que le queda por decir.
De lo otro, bueno, quizás, de vez en cuando lo hace.
Manoneta:Al final, diría, la cosa es siempre con uno. Pero a veces se nos olvida y eso es tan pero tan bueno, también...
En cuanto esté lista, voy a dar una vuelta a la manzana (cuatro esquinas, agarrate!)
(yo me acuerdo de que cuando iba a la colonia de vacaciones había bichos canasto por todos lados...¿son una especie en extinción?)
Angus, ya debe andar por acá... yo no le niego nada... no se centre en usté, mire, pongalé. A veces uno se calla, y es el bicho canasto inself.
Sr. Negro: Será eso? Para mí que usté se puso muy sabio y yo no entiendo ni jota. ¿Usté dice que salga de la canasta o que soy una bicha o que me meta en el canasto e invite al bicho, o qué? Le mando un beso
Sr. Mich: No sabe las implicancias treeeeemendas que tiene hacer suyas las palabras de Crimi. En general, se lo digo, je
De acuerdo con usted, Martitepé, si se nos olvida que la cosa es con uno cuando el receptor es presente, magnífico... si está ausente, bien vale un bicho canasto para sacar conclusiones (oh! será por eso el dicho "a otra cosa mariposa"?) y una buena vidriera para pispearse entre que mira de reojo esos vestiditos primaverales primorosones, para darle las vueltas a la manzana.
Un abrazo.
Nada que ver, pero creo que el año no debe terminar sin una reapertura a todo culo del "Restó Marta Paste". Lo contrario sería una tristeza.
Publicar un comentario