María Luisa se sentó en el borde del escritorio y abriendo con su característica delicadeza la preciosa cajita de chocolate suizo con la que pensaba convidarnos, se dispuso a servir el tecito de la media tarde al que la habíamos invitado en una clara muestra de afecto y espontaneidad. Al lado de su chalina había quedado la bolsa de palmeritas con las que Betty y yo pensábamos pasar la merienda, incluso convencidas de la sensación de saciedad con la que suele dejarnos esa mezcla concéntrica de manteca y azúcar.
Pero María Luisa no dejó pasar la oportunidad evidente de la comparación y, elocuente y discreta a la vez, nos habló por un rato de la combinación de distracción y conformismo con la que a menudo uno acepta las palmeritas, y hasta las disfruta, y pasa alguna tarde creyendo que son una buena compañía y un modo de alegría; pero también nos dijo de cómo el chocolate suizo sigue siendo la mejor opción, aunque suponga algún esfuerzo conseguirlo y no se encuentre en cualquier panadería del barrio.
Cuando íbamos por la segunda taza de té, Betty agregó algo como que a veces incluso uno puede cerrar los ojos e imaginarse lo que no es, y que también hay palmeritas que hacen el esfuerzo y vienen bañadas en chocolate pero que la naturaleza de la palmerita, por más voluntad que se ponga, se desnuda en el primer mordisco concienzudo. Después de un rato, entre todas sabíamos, aunque ya había oscurecido y no nos veíamos las caras, que alguna vez por apuro, fiaca o falta de perspectiva nos habíamos confundido en el acompañamiento para la merienda, pero que la cuestión era saberlo, y reconocerse a uno mismo la conciencia de sí que le sobra al chocolate y que en la palmerita, encima de todo, brilla por su ausencia.
Pero María Luisa no dejó pasar la oportunidad evidente de la comparación y, elocuente y discreta a la vez, nos habló por un rato de la combinación de distracción y conformismo con la que a menudo uno acepta las palmeritas, y hasta las disfruta, y pasa alguna tarde creyendo que son una buena compañía y un modo de alegría; pero también nos dijo de cómo el chocolate suizo sigue siendo la mejor opción, aunque suponga algún esfuerzo conseguirlo y no se encuentre en cualquier panadería del barrio.
Cuando íbamos por la segunda taza de té, Betty agregó algo como que a veces incluso uno puede cerrar los ojos e imaginarse lo que no es, y que también hay palmeritas que hacen el esfuerzo y vienen bañadas en chocolate pero que la naturaleza de la palmerita, por más voluntad que se ponga, se desnuda en el primer mordisco concienzudo. Después de un rato, entre todas sabíamos, aunque ya había oscurecido y no nos veíamos las caras, que alguna vez por apuro, fiaca o falta de perspectiva nos habíamos confundido en el acompañamiento para la merienda, pero que la cuestión era saberlo, y reconocerse a uno mismo la conciencia de sí que le sobra al chocolate y que en la palmerita, encima de todo, brilla por su ausencia.
13 comentarios:
Que lujo de escritura, querida martite!
sepa que la quiero mucho.
Redondo como una trufe de chocolate .
Suizo .
trufa-trufa-trufa-trufa -trufa
Poleta: con material como ese, que María Luisa y Betty ponen a mi disposición, no es tan difícil.
Yo también la quiero, Poleta.
Gracias, Ele. Escríbalo cien veces.
Quizás las elucubraciones de Betty se centren en la chocolatidad suiza en sí, pero yo prefiero ahondar en la merendancia y sus matices... y no, por más suizo que sea, no creo que siempre igual de disfrutable si pasa a ser lo cotidiano.
Entonces pienso en la austera complacencia de la tostada o la crioshita con dulce casero de ciruelas, con su mezcla de acidez y dulzor justa.
Abrazo, Martitepé :)
Son todas unas gorrrrrrrrdasssssss, aflojenle a los postres che!!!
Manonette:
Usted introduce esta variante de lo cotidiano que no es moco e`pavo y que me hace preguntarme ¿se puede comer chocolate suizo todos los días? La respuesta, un poco desviada, es que una merece chocolate suizo todos los días y que si ese placer es equiparable al de la criollita, bienvenido sea. Sobre lo que no tango dudas es sobre la palmerita: te hace zafar un rato, pero a la larga cae pesada.
Un abrazo
Sr. Negro: es cierto, pero estamos preciosaaaaaaas
Acá falta actualización.
feliz año compañera paste
buen año, martitepé! con todo el Lindt que se merece ;-)
Estimado Mich: y un llamado? No le dió? Pero que tenga un feliz año, eh.
Mi querida Manoneta! El año más pulenta para usté.
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