sábado, 15 de diciembre de 2007

Tic tac


Después de que nos dejara hace un tiempo sin más explicación que la búsqueda de algunas certezas existenciales, Betty finalmente abrió la puerta de la BPMP, sonriente y con un par de kilos más, mientras el referencista se animaba con voz cálida pero dudosa entonación a tararear bajito “Volvió una tarde, no la esperaba…”.
La vuelta dejó clausuradas las apuestas acerca de los motivos y de un solo plumazo me obligó a abandonar en la fotocopiadora el original de una carta que pensaba repartir para Navidad, en la que la ausencia y la falta de timing eran los temas principales antes de terminar con un optimista “Felices Fiestas”.
Después de un rato me quedé tomando un licuadito, el nuevo trago para las horas del cierre en este verano, y decidí que en todo caso la llegada de Betty era otra forma de esa carta y la evidencia de que el sentido de la oportunidad casi nunca depende de nosotros y no podemos hacer mucho más que estar atentos.
La carta, que había salido sin errores de tipeo, trataba de decir algo acerca de los trenes que no vuelven a pasar, o de los que nos tomamos alguna vez y ya terminaron su recorrido, y también acerca de la imposibilidad de ajustar los relojes con los otros como en las series de espías que disfrutábamos tanto con María Luisa y en las que, cronómetro en mano, todo podía (y debía) salir perfecto. En cambio, la carta no decía nada de la lógica evidencia de que en el fondo se trata de dar lo que otro necesita en el momento adecuado y estar dispuesto a recibir lo que se nos ofrece y poder ver además que está disponible, y que cada uno arma sus propias temporadas, y después queda saber si coinciden o no con las de los que nos rodean, y así interminablemente. Y la carta también evitaba decir, para no caer en un tono melancólico, que casi todo se trata de timing y que de eso dependen demasiadas cosas, y que pasarla mal o bien se juega casi siempre en el ajuste del reloj con otros y con uno mismo.
Pero con cierto criterio decidí que la vuelta de Betty le quitaba sentido a semejante misiva, y sin fotocopiarla la guardé en un bibliorato para una mejor oportunidad y compré unas cuantas tarjetas con unos motivos navideños realmente preciosos.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Interconsulta

Hay una epidemia de procrastinación en la BPMP. No sabíamos el diagnóstico exacto hasta hace unos días y además se dan síntomas confusos, pero finalmente hemos definido algunas de las causas y por lo tanto la cura (provisoria, dado que los casos se hacen rápidamente crónicos) no parece tan lejana. Hay una luz al fondo del túnel, aunque también podría ser un tren que se acerca en esta dirección.
De Betty no se sabe nada.

sábado, 17 de noviembre de 2007

NS/NC


Betty sigue sin aparecer por la BPMP, pero llegó una postal (un río, un par de piedras, atrás un desierto interminable) en la que una letra dubitativa me contaba que había sido sometida a una encuesta para mujeres en edad de procrear. “Quedaba solamente un casillero después del mío. Un solo casillero más para las edades. Uno más y ya ni siquiera merecía la encuesta.”
Las circunstancias en las que Betty pudo haber sido interceptada para una encuesta, si algo de su escenario actual está reflejado en la imagen de la postal, me son desconocidas. Pero aquí estoy ahora en la Sala de Lectura, pensando en la distancia imposible entre las estadísticas de las que se puede formar parte y el irreversible 100 % que es para cada uno la propia vida.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Llamadas

Después de varios días de cierta incomodidad y algunas actitudes un tanto sospechosas, Betty dejó de venir a trabajar el lunes último. Cuando la cuestión ya casi nos sacaba de quicio, y mientras tratábamos de evitar cualquier comentario acerca del tic nervioso con que el referencista constataba el funcionamiento del teléfono, Betty mandó por correo una foto, en la que es imposible adivinar el paisaje, pero en la que se la ve feliz, con un nuevo corte de pelo y una mano desconocida y fuerte que le rodea el hombro.
Unas horas después recordé que, hacía ya tiempo, agachadas las dos frente al anaquel de los diccionarios, Betty me había dicho en un susurro: “Un día voy a entender, como si de repente se acomodara todo en su lugar. Como si aunque todo siguiera imperfecto, eso ya no importara”.
La insistencia en el teléfono de Betty finalmente comunicó al referencista con un contestador que le repitió, con la voz de los que saben que en definitiva está todo por ganarse, que la titular de la línea telefónica se encontró a sí misma y que es mejor no buscarla. Con el parlante que nunca usamos, creímos llegar a escuchar, como si alguien le estuviera susurrando el parlamento, que Betty le va a poner el cuerpo a algún asunto y que no es posible por lo tanto estar en dos lados a la vez, y que por un tiempo indeterminado su deseo… o algo así. Por ahora, los suspiros con los que alternamos el té de la mañana, nos sumen a todos en una espera silenciosa, e intuyo que el semblante amarillento del referencista se debe a no poder saber a ciencia cierta si Betty ha salido a buscarse, o si ya se encontró, y es por eso que no está en nuestro horizonte. Mientras tanto, todos esperamos disimuladamente el correo y ganan las apuestas que dicen que Betty anda cantando victoria por ahí, usando ropa que no combina y sin perderse de nada que le importe.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Convicción

Cuando en la BPMP hay tanto anaquel desordenado y Betty sigue contemplando su maqueta, lo mejor que puede pasar, aunque parezca increíble, es que la Sala de Lectura se llene de gente amable y bien dispuesta.
Así, ya que no es posible archivar todos los volúmenes de una sola vez, al menos se sabe que se sigue prestando un servicio, y que los socios se van con una sonrisa.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Por la vuelta

De vuelta ya de las actividades culturales que me obligaron a ausentarme por unos días de la BPMP, me dispuse a sentarme en mi escritorio para realizar las tareas que mi cargo me impone, sabiendo que retomarlas luego de algunos días en los que el trabajo y el placer se mezclaron equilibradamente, no iba a ser tarea fácil.
El devenir de los sucesos y una rápida visita a la Sala de Lectura me anoticiaron de que los temores que me acosaban a la hora de la partida no eran infundados. Algunos volúmenes por el piso, dos o tres folletos de corte panfletario de un ignoto partido político, la maqueta pintada con colores estridentes y, escondidos detrás de una preciosa edición del Decamerón, un slip rayado y dos bonetes.
Indecisa a la hora de definir cómo seguir adelante, la nota manuscrita (evidencia de una mano temblorosa) con la que Betty me informaba de la rara enfrmedad que la obligará a estar ausente por tres días, hizo que todo encajara.
Lo que queda ahora es ordenar los libros en el estante, quemar los folletos y guardar el slip junto con los otros souvenirs que confirman una línea de conducta. Esta noche, con la botella de Baileys que sobrevivió milagrosamente a estas últimas jornadas, voy a tocarle el timbre a Betty, para que me cuente otra vez la historia de cómo nos conocimos, y tal vez la invite al bingo, para evitar que empecemos a preguntarnos acerca de la responsabilidad, la conducta y el uso del dinero de los subsidios.

lunes, 15 de octubre de 2007

Suplencia


Hoy, estimadísimos socios de este pequeño pero digno reducto de la cultura, empapada del orgullo de ser la humilde representante de una raza ya casi extinta, aquella de los bibliotecarios por vocación y no por circunstancias en las que un destino adverso empuja a alguien a la dignísima tarea de la clasificación, el archivo y el préstamo; digo, hoy, me dirijo con letra diáfana y sencilla a esta honorable audiencia para decirles que nuestra socia fundadora, quien por linaje más que por vocación lleva adelante con mano diestra, corazón amplio y voluntad de comunicación esta institución que sin ella no sería nada, ha sido convocada a poner su voz al servicio de la cultura por un breve pero productivo período.

En una actitud que la honra y me halaga, ha dejado a esta, la que suscribe, a cargo de la responsabilidad de mantener una fluida relación virtual /epistolar con los socios que frecuentan este espacio, en un marco de respeto por la institución y por las buenas costumbres.
Espero poder cumplir esta tarea con la dignidad que amerita, advirtiéndoles que mi fidelidad a los lineamientos de semejante conductora es intachable, y que gracias a esta lealtad de dimensión incalculable es que puedo surcar el mar de sus atrocidades narrativas, lo inverosímil de los retratos que de mí ha hecho y la dudosa generosidad con la que ejercita su verba en una aparente afabilidad hacia mi persona.

Aunque algunas malas lenguas hayan declarado ya que las procacidades del Sr. Amperio han despertado mi propia lascivia, o que las subversivas interpelaciones del Sr. Crimi producen un oscuro placer en mi elevado espíritu, quiero decirles que mi alma (y mi cuerpo) están bajo control. Y nuestra Biblioteca también.
Solo me resta decirles, mi casa es su casa. La casa de Betty.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Betty valijera


Sobre el final de la semana pasada, llegó a la BPMP el pedido de librería que trabajosamente habíamos conseguido incluir en la última rendición de nuestro subsidio; y Betty lo recibió con el semblante descompuesto por la felicidad y una mano temblorosa que apenas la dejaba sostener la Parker con la que firmaba el recibo.
Tal vez, la insistencia que fue necesaria para convencerla de que abriéramos juntas los paquetes debió ser un aviso de que algo andaba mal. Pero como suele sucederme cuando está lloviendo, mis capacidades deductivas estaban muy acotadas por esos días.
Así que la proliferación de cartones de diferentes grosores, las placas de telgopor y la variedad de pomos de acrílicos no me parecieron tan alarmantes como lo hubieran sido en un día de sol; y la elección de una librería artística como proveedor me pareció un poco frívola pero también un gesto de considerable elegancia.
Sin embargo, esta tarde, después de varias jornadas de casi absoluto encierro en el depósito del fondo, Betty desplegó los caballetes y el tablón que usamos para las Jornadas de la Asociación de Bibliotecas Populares y dejó en exhibición en la Sala de Lectura una maqueta pulcra y precisa de la BPMP, en escala 10:1.
Después de eso, dejó sobre mi escritorio un pedido de licencia por dos días y se sentó a mirar su miniatura, en una posición incómoda en la que todavía persiste. La nota membretada explica su deseo de disfrutar aquí mismo de este receso, para contemplar desde afuera el lugar que en realidad la rodea, para poder mover con menos ansiedad a la Betty chiquita que está sentada en el escritorio minúsculo.
Es posible que no dure mucho con las piernas cruzadas de ese modo, pero es casi seguro que termine por angustiarse tratando de mirar de lejos y de cerca al mismo tiempo; o puede ser que descubra después de un rato el encanto que tiene hacerse un poco más liviano o, mejor todavía, volverse portátil.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Fiestonga

Betty se está preparando para vivir beoda toda la semana. Yo creo que tomar directamente del frasco de Hepatalgina durante todo el domingo no es un acto demasiado preventivo, pero entiendo su alegría. Lo único que me queda ante tamaña anticipación es pedirles amabilidad, mesura y buenos deseos para con ella y nuestra prestigiosa institución.



http://www.diarioc.com.ar/inf_general/id/97634

martes, 18 de septiembre de 2007

Protocolo


Betty sigue haciendo preguntas, y dice: ¿qué significa poner el cuerpo? ¿cuánto de ese cuerpo es aceptable poner en riesgo en una batalla?

De nada sirve que le conteste en broma acerca de Cervantes y Lepanto, del General Nelson y Calvi, del Mariscal Rommel y Normandía. Betty necesita respuestas, probablemente, pero yo no puedo dárselas, y sigo teniendo buenos modales.

martes, 11 de septiembre de 2007


En la tarde lluviosa de ayer que no auguraba nada más que melancolía, Betty se acercó nuevamente, con una decisión tomada y sin ganas, aparentemente, de esconder la cabeza, y me dijo con un tono que helaba la sangre: "Estuve leyendo poesía gauchesca y ya entendí todo. El límite del dejar hacer es el mismo de la paciencia. Es hora de que el facón hable." Renglón seguido, tomó aire y dió media vuelta, mientras la garúa seguía martillándome el cerebro en la Sala de Lectura ya vacía.
Hoy cuando llegué Betty ya estaba sentada en el escritorio y, con el rimmel un poco corrido, escondía un pañuelito de papel en la manga de la blusa rosa que le queda tan bien.
Al rato, le pasé, junto con la azucarera, el volumen con la hoja marcada en la página que esperaba que leyera: "yo, éste al que designo diciendo éste, al que veo moverse, pensar, aburrirse, caer en la tristeza y salir, abandonarse a cualquier pequeña, variable forma de la fe y salir."



domingo, 9 de septiembre de 2007

Salidas


La querida socia Pdepau inaugura así, generosamente, su participación en la BPMP:


El sábado pasado, a la salida del teatro, luego de deleitarnos con una exquisita obra de danza perteneciente a la programación del Festival, le digo a nuestra querida Marta Paste: “ Vos te dás cuenta que hace casi 20 años que hacemos esto juntas?” y ante la carcajada de ella, sobre todo por mi forma de referirme a este hecho, le sigo diciendo: "¿te imaginás cuando tengamos 80 años y te llame por teléfono y te diga: Viene X compañía de danza, sacamos entradas, y pido un auto y te paso a buscar por tu casa?”
Entre las carcajadas, me sobrevino una tremenda felicidad: estoy segura de que este ritual de ver obras de danza sobrevivirá a todos los avatares, porque les puedo decir que para mí combinar una de mis grandes pasiones que es la danza en compañía de nuestra querida bibliotecaria es una de las cosas que mas disfruto en esta vida.


lunes, 3 de septiembre de 2007

Modales


"¿Las cosas finalmente se ordenan según su propia lógica o se trata de voluntad, de esfuerzo y de convicción? me preguntó Betty. No supe qué contestarle. Tenía más preguntas para hacerle y me dijeron que no es de buena educación responder a una pregunta con otra pregunta.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Hasta la victoria siempre



Ayer Betty dió parte de enferma y no atendió el teléfono en toda la tarde.

Según me dijo hoy, había estado mirando telenovelas y regando las plantas durante todo el santo día, preguntándose si su trabajo de archivo tenía algún sentido para alguien además que para sí misma, si en realidad su vocación de bibliotecaria era auténtica o solo estaba impulsada por el temor que le había dado triunfar como vedette, si valía la pena seguir combinando la cartera con los zapatos, si era feliz con su aporte al mundo chiquitito de la Sala de Lectura o si le estaban deparadas otras cosas que no estaba dispuesta a afrontar.

Ante semejante autointerpelación, decidió postergar indefinidamente cualquier respuesta, venir a trabajar, y estrenar una nueva heroicidad a escala de biblioteca, exigiendo que no se le descuente el día, bajo amenaza de llegar hasta las últimas consecuencias con la empleaducha
de recursos humanos.




miércoles, 22 de agosto de 2007

Telefonía móvil


Preocupadas como estuvimos con Betty por acomodarnos a un nuevo sistema de carga de datos, fue muy difícil para ambas tratar de mantener la comunicación con nuestros socios. Y aunque además de eso pusimos una centralita nueva para distribuir los llamados en los dos internos que cada una atiende con dedicación en escritorios lindantes, ninguna de estas innovaciones nos hizo más sencilla la vida.
Mientras charlábamos sobre la ilusión de que lo nuevo es mejor, apareció por la puerta principal de la Sala de Lectura un antiguo socio a quien nos costó reconocer debajo del montgomery vintage y los anteojos de sol. El muchacho excesivamente serio que durante varias temporadas se había llevado en préstamo, sin prisa y sin pausa, la obra completa de todos los poetas latinos, caminaba ahora hacia nosotros con aire de catwalk y solicitaba, sin un atisbo de duda, “lo último de Franzen”.
Mientras Betty buscaba sin éxito en los anaqueles, seguí haciendo el listado con los dos internos para pegar en cada uno de los escritorios y traté de encontrar detrás de los vidrios espejados alguna huella del joven demasiado maduro que una vez había conocido y que sin dudas seguía ahí.
Después me acordé de la vez en que Betty se tiñó el pelo y tardé tres segundos en reconocerla sentada en Las Violetas, y de cuando volví a besar a Alcides simplemente porque no lo reconocí en una fiesta de disfraces, y de la vez en que María Luisa se comprometió con el referencista que la había engañado simplemente porque habían renegociado algo que solo ellos podían entender, y de la charla confesional que tuve con una bibliotecaria de Rawson a la que conocí por tres horas.
Al rato Betty volvió con la respuesta lógica de que no teníamos ese volumen, pero diciendo que si él quería podíamos cambiarle la foto del carnet, para que se pareciera más a sí mismo. Calculo que con el cutter en la mano se sentía más segura acerca de cómo ordenar lo nuevo y lo viejo. El muchacho, sin embargo, no andaba con fotos carnet encima y prometió volver al otro día para la renovación, aunque todavía no tuvimos noticias suyas.

lunes, 6 de agosto de 2007


Y como alguna otra vez en la que la lógica de la BPMP fue interrumpida por la aparición de una Carta de Lectores, esta vez es necesario hacer un paréntesis en los relatos para señalar la importancia de la ayuda recibida por la Fundación Amigos de la BPMP. Sin la invalorable colaboración de esta organización sin fines de lucro, las tareas de búsqueda de nueva sede, mudanza, remodelación, equipamiento, limpieza general y apoyo emocional hubieran sido irremontables con el escaso personal disponible y las dificultades de personalidad a las que Betty y yo nos enfrentamos diariamente.

Hoy, en plena auditoría enviada por las gentes que oportunamente nos otorgaron el subsidio, nos dimos cuenta con Betty de que podemos estar conformes con lo realizado y contentas con el color elegido para las estanterías. Creemos también que los miembros de la Fundación entenderán que preferimos mantenerlos en el anonimato para que ningún trasnochado intente averiguar la envergadura de sus cuentas bancarias.
Yo le dije a Betty que con esto nos poníamos sensibles, pero insistió en que era indispensable hacer saber a todos los socios de la existencia de esta organización y también de la posibilidad de asociarse con un módico Bono contribución canjeable por alimentos no perecederos y la posibilidad de identificarse con quien mejor le quepa.

domingo, 29 de julio de 2007

Caja chica


Tratando de ajustar un poco las clavijas con el área de préstamos de la BPMP y con los socios que vienen a la Sala de Lectura, Betty me sugirió hace unos días que revisáramos algunos Reglamentos de otras Bibliotecas para buscar ideas. Y sorprendentemente nos encontramos con que muchas de ellas incluían una multa diaria de dinero como indemnización por el atraso en la devolución de los volúmenes.
Escandalizadas por lo prosaico del gesto, tiramos en el cesto de basura las pruebas de semejante aberración, pero el fantasma del resarcimiento quedó rondando los anaqueles.
Al rato, junto con el té de media mañana, Betty, con el diccionario en la mano, me comentó lo raro que le resultaba pensar que indemnización viene de indemne que es un adjetivo que “se aplica a lo que no ha sufrido daño o perjuicio en ocasión en que podía haberlos sufrido” y terminó la frase con un “já, para qué cuernos se necesita la reparación, entonces”.
Betty y yo pasamos el resto de la mañana de mal humor, calculando que ninguna de las dos quería reglamentar semejante canje con el pasado, y que de los libros habíamos pasado a los pequeños crímenes privados, sin grilla de remuneración.
Cuando vino María Luisa, supe en un segundo que Betty había vuelto a recordar lo que nuestra querida amiga tuvo de responsabilidad cuando aquel referencista tan buen mozo la dejó plantada, y que a partir de ese momento vienen negociando en silencio los paliativos.
Mientras las escuchaba charlar sobre bueyes perdidos, pensaba que aceptar un resarcimiento es aceptar también que se nos ha hecho daño y que Betty, qué pena, decidió hace mucho tiempo que la ignorancia del otro, del que podría reparar lo hecho, es también una forma de preservación.
Esa tarde no encontré nada a mano, pero hubiera querido leerles algo para darles a entender que de todas maneras no hay indemnización justa hasta que no se invente el olvido voluntario, que es la forma de negociación más amable, cuando se puede, pero también la más difícil.

domingo, 22 de julio de 2007

Ciencias de la Comunicación

El jueves, justo después de terminar el turno de la mañana, tuve que contener a Betty, que había viajado como siempre en el tren desde Banfield y venía más despeinada que de costumbre.

Sentada ya con el tecito que le preparé, me explicó que un señor “muy bien”, sentado frente a ella en el vagón casi vacío, miró a la querida Betty directamente a los ojos y se dedicó a inflar su mejilla, la de él, para ser precisos, una y otra vez empujándola con su lengua rítmicamente desde adentro. La persistencia en el gesto silencioso y la mirada cada vez más desorbitada del extraño llevaron a Betty, siempre tan considerada, a preguntarle si estaba bien o si necesitaba algo. Pero la respuesta ante esta disponibilidad hizo que Betty saliera rápidamente del vagón y que, además, se negara sistemáticamente a repetir la frase en la BPMP considerando escandalosa la idea misma de que todavía pudiera recordarla.

Un rato después llegaban a la Sala de Lectura el encantador grupito de estudiantes hipoacúsicos que nos visitan cada tanto, revolucionándolo todo con su gesticulación desbordada. La ligera angustia que suele asaltarnos ante la posibilidad de confundir los ejemplares que solicitan si no lo hacen por escrito fue, esta vez, más de lo que Betty pudo soportar.

Atrincherada en el depósito, insistió durante horas en la necesidad de evitar cualquier tipo de gesto que contaminara nuestra comunicación, propuso incluso que sólo nos mandáramos mensajes escritos, se explayó sobre la tristeza o la alegría falsa que pueden traer siempre las malas interpretaciones en los diálogos. A la noche, la acompañé hasta la puerta de su casa y la empujé con delicadeza en el umbral para que entendiera que me iba, pensando en la sinceridad de sus buenas intenciones pero también en cómo haría para explicarle que ni la más perfecta caligrafía la va a salvar de las interpretaciones desviadas, que “pasame la sal” es el límite más o menos aceptable de una comunicación y que el resto, incluso sin hablar, es un acuerdo precario pero posible que algunas veces podría darnos cierta felicidad .

viernes, 13 de julio de 2007

Fondo blanco

Betty insiste en que con una medidita de Baileys todas las mañanas le sería mucho más fácil enfrentar las tareas del inventario. Puede ser, pero no puedo dejar de pensar en el peligro de la escalera y el plan de evacuación que terminamos de diseñar con la gente de la oficina de Higiene y Salud de la municipalidad.

domingo, 8 de julio de 2007

Cindor

Hace días que tres simpáticos estudiantes del nivel medio de educación vienen a la BPMP con el fin de preparar una clase especial que les han encomendado. Son una chica y dos muchachos a los que invariablemente les ofrecemos un té que nunca aceptan, mientras sacan de sus mochilas cajitas de Cindor y barras de cereal, sabiendo tanto que no se puede traer alimentos a la Sala de Lectura como que esa prohibición solo alcanza a quienes Betty y yo consideremos desagradables.
Con esa misma blandura que percibieron en sus anfitrionas desde el primer día, se aceptan entre sí las bromas más crueles y se maltratan, con una confianza inconmovible en el afecto que se profesan. De vez en cuando, el juego del cariño implícito los lleva hasta el límite de lo imposible, y entonces se hunden en la lectura y bufan impacientes sobre los papeles esperando la llegada de la calma. Entonces es siempre ella la que encuentra el modo de hacer que los otros vuelvan a mirarse, propone un modo de acuerdo, despliega un talento innato para el diálogo.
El fin de semana largo los ha separado de nosotras, y es imposible saber lo que vendrá, pero la chiquita del trío ya no parecía tan cómoda en su papel cuando la escena volvió a repetirse el último día, y Betty y yo supimos que estaba llegando al límite de lo que puede exigirse al propio talento.
Es lo más seguro, sin embargo, que respire profundo, se tome un traguito de Cindor, se entregue a lo que se espera de ella y pague las consecuencias de su patología conciliadora cuando ya esté en edad de ir al vigésimo quinto aniversario de su promoción. También debe estar disfrutando de algún modo, pero Betty y yo estamos grandes para esto y pensamos seriamente en reservarnos el derecho de admisión, con el fin de no asistir a semejantes estructuraciones de la personalidad.

martes, 26 de junio de 2007

Carta de lectores

Esta carta llegó a la BPMP. Y si bien no es lo usual, y como los lectores saben lo último que quisiera es publicar algo que vaya realmente en detrimento del afecto que desde hace años me une a Betty, me siento obligada a publicarla. Betty también lo entendió, les manda un beso y está reflexionando en el depósito, donde la dejé encerrada para que pudiera meditar sin molestas interrupciones.

Estimada Betty:
Te escribo estas líneas sintiendo que lo tuyo es inadmisible. El abandono al que nos sometés a mí y a muchos de tus socios es vergonzoso. Espero que nada de esto sea tomado a mal.
Y más teniendo en cuenta el comportamiento de Marta Paste. En su biblioteca reina la paz, faltan artefactos lumínicos y aún no se han decidido por ciertos colores para la restauración de algunos anaqueles mas todo lo gastronómico siempre suele ser de una soberbia inusitada.
Marta Paste nunca dice que no a nada. Ella no es como vos. Muchos de los socios no entendemos cómo es posible que ella tolere tus impertinencias y tu desazón. Mientras vos decidís una vida bucólica y te abandonás al transcurrir, Marta Paste nos deleita con deliciosas picadas gourmet. Si fueras vos la anfitriona terminaríamos pidiendo una grande de muzarella de las más económicas.
Espero que mi carta no sea tomada a mal ya que es un intento de rescatarte de esa vida laxa y chata a la que te dedicás. Ojalá puedas seguir el ejemplo de Marta Paste porque por lo pronto, todo lo que ella hace por nosotros, vos los borrás con el codo.
Cordiales y respetuosos saludos.

Angustiadisimo.

lunes, 25 de junio de 2007

Saber y poder

Oportunamente le dije a Betty que yo ya sabía lo que iba a pasar. Si ella se anotaba en el curso de Resolución de Problemas de Archivo de Revistas Mensuales en Idioma Extranjero, y además se iba a tomar el té con sus compañeritas hasta cualquier hora, iba a ser imposible que yo me encargara de todo.
Estas son las consecuencias. Desatención absoluta de nuestros socios virtuales. Pero ya le voy a cantar las cuarenta y la voy a llamar al orden.

sábado, 9 de junio de 2007

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En medio de la constante reestructuración a la que me obligan las ideas de Betty, que no para de dar vuelta las estanterías con el dudoso objetivo de aprovechar el espacio y mejorar la atención al público, es imposible mantener el fluido contacto con nuestros socios. A su naturaleza inquieta se suma que Betty no termina de recuperarse de la muerte del axolotl y, traspié más cercano, sufre ahora por la derrota de Helio Rebot el domingo último.
Hace unos días, creyendo que su angustia frente al monitor se debía a la dificultad que siempre tiene para ingresar datos al inventario, me dispuse a servirle un reconfortante tecito. Y fue entonces cuando vi con sorpresa que la tarea informática consistía en encerrar todos los archivos de su autoría con una clave desconocida para mí.
Recordé entonces que algunas noticias perturban a Betty en diferido. Su escritor favorito murió hace unos años, y hay un albacea y una viuda y un editor y hay unos archivos que estuvieron guardados un largo rato en la computadora del muerto. Y cuando Betty supo todo esto, hablamos acerca de la falta romanticismo de los manuscritos que ya no son papeles y ni siquiera manuscritos, y del derecho a morirse sin publicar lo que uno ha escrito, y del deseo de tener algo así como un secreto y de cuánto les pertenecemos a los otros.
Supongo que al poner la clave Betty sabe también que no es lo mismo eso que hacer una fogata en el patio y quemar todos sus cuadernos, y que lo que está encerrando son los archivos de Excel donde se detallan sus ahorros. Pero cada uno tiene sus conjuros privados y yo no soy quién para criticarla.

lunes, 28 de mayo de 2007

Pasame el Blem

Por razones de reestructuración de la Biblioteca, estuvimos haciendo con Betty una limpieza general de armarios, estanterías y archiveros. Y por supuesto, todo se volvió un infierno cuando tuve que soportar los repetitivos comentarios de mi compañera acerca de la paradójica denominación de "limpieza general" para aquel modo de aseo que se detiene en las cuestiones más particulares. Pero a pesar de las detenciones que Betty llevaba a cabo una y otra vez con la franela en la mano derecha y la cadera sosteniendo la mano izquierda, lo más llamativo del caso fue que, uno por uno, los socios históricos de la BPMP se hicieron presentes de alguna forma en el revoltijo, dejando un tendal de objetos o imágenes que permanecen ahora en un bonita caja de "cosas perdidas/encontradas”. Fotos con más pelo o más kilos, actitudes rockeras barriales en tapas de Cds, libros prestados que se han convertido en donaciones, recortes de periódicos con frases seguramente sacadas de contexto, manuscritos anillados que no llegaron a concursos literarios(*), en fin, una preciosa masa amorfa de pasado.
Y más allá de la fama de melancólica que Betty se ha ganado, debo reconocerle esta vez que guardó la cajita prolijamente en un rincón, y nos pusimos las dos a admirar lo bien que nos quedaba el contact floreado como fondo de los cajones.



(*) Un imperdonable olvido: tarjetas personales de metal de clara extracción palermitana.

sábado, 19 de mayo de 2007

Betty insiste

Betty insiste, desde que inauguramos este espacio virtual, en que ofrezcamos a nuestros socios fragmentos literarios de nuestro agrado, con el fin acercarlos a vaya a saber qué cosa. Prolijamente, he tratado de complacerla (dado que cuando no se la complace su personalidad se manifiesta, insoportable, con absoluta contundencia) sumando a las comunicaciones escritas alguna que otra cita. Esta vez, sin embargo, estoy cansada de discutir y Betty cree, tal vez a raíz de algunos cruces que se advierten en la zona que circunda a la BPMP, que lo que sigue es adecuado para la lectura de los visitantes. Yo ya le expliqué que tal vez nos traiga problemas con nuestros socios heterosexuales. Allá ella.

Cuando dos sujetos disputan de acuerdo con un intercambio regulado de réplicas y con vistas a tener la “última palabra”, estos dos sujetos están ya casados: la escena es para ellos el ejercicio de un derecho, la práctica de un lenguaje del que son copropietarios; cada uno a su turno dice la escena, lo que quiere decir: jamás tú sin mí, y recíprocamente. Tal es el sentido de lo que se llama eufemísticamente el diálogo: no escucharse el uno al otro sino servirse en común de un principio igualitario de repartición de los bienes de palabra. Los participantes saben que el enfrentamiento al que se entregan y que no los separará es tan inconsecuente como un goce perverso (la escena sería una manera de darse placer sin el riesgo de engendrar niños). (Roland Barthes. Fragmentos de un discurso amoroso)

domingo, 13 de mayo de 2007

Aquaman

Un querido socio de la Biblioteca, más partidario de llevarse los libros a domicilio que de sentarse en la Sala de Lectura, estuvo el sábado renovando el carnet y, como de costumbre, Betty le ofreció un cafecito con el evidente deseo de que la charla le hiciera más llevadera la guardia de fin de semana.
Lejos de todas las previsiones, el muchacho se despachó con la angustia que le producía la prueba (teórica y práctica) a la que iba a someterse para cumplir con su sueño de formar parte de la Selección Nacional de Hockey bajo el Agua. Conciente de su tarea, Betty tardó apenas un minuto en traer de los anaqueles el Reglamento correspondiente y sumarlo a la lista de préstamos del día.
Un rato después nos enterábamos de que los jugadores suben por turnos para tomar aire con su snorkel y que siguen viendo el partido desde arriba, y de que cada uno tiene una zona definida de juego, y de que hay equipos mixtos.
Betty y yo nos quedamos charlando hasta tarde, sin decidirnos acerca de si se trataba de un deporte solitario o grupal, recordando el silencio estridente que se escucha bajo el agua y la distancia que siempre es más grande con esa masa líquida de por medio.
Y también pensamos, creo yo, que de vez en cuando está bueno salir y tomar aire, y tener perspectiva pero seguir listos para sumergirse de nuevo.
Lo que no sabemos, aunque Betty sugirió algunas opciones, es qué tipo de anfibio es el árbitro y dónde se sienta el público.

domingo, 6 de mayo de 2007

Té con masas

Cansada de tratar de definir con Betty una lógica para los ficheros, que cada vez están más desordenados, supuse que el efecto distractivo que María Luisa siempre produce entre nosotras era la mejor manera de retomar un diálogo amable, tecito de por medio.
Pero como suele suceder últimamente, las cosas no resultaron como yo esperaba y María Luisa, sintiéndose libre para elegir entre la frivolidad y melancolía, propuso sin más que recuperáramos allí mismo nuestras viejas tertulias de lectura poética. Y dispuesta a todo, sacó de su carterita cigarette el librito de Sylvia Plath y se despachó con Daddy, eligiendo los versos y susurrando en su inglés que, hay que decirlo, hiela la sangre del más pintado


You stand at the blackboard, daddy,

In the picture I have of you,
A cleft in your chin instead of your foot
But no less a devil for that, no not
Any less the black man who

Bit my pretty red heart in two.
I was ten when they buried you.
At twenty I tried to die
And get back, back, back to you.
I thought even the bones would do.

But they pulled me out of the sack,
And they stuck me together with glue.
And then I knew what to do.


Por un rato se enfrió el té y pensé en que las dotes adivinatorias de Betty habían migrado a María Luisa pero sin ternura, y en que encontrar el libro adecuado no siempre es un triunfo y en que algunas veces quedamos afuera de la lectura aunque nos la griten en el oído. Y después me comí un pañuelito de dulce de leche calculando que difícilmente se acercara algún socio por el resto de la tarde y que me faltaba terminar la lista de recomendaciones de libros de fácil lectura para las vacaciones de invierno. En eso estoy, pero María Luisa todavía está lavando las tazas.

***
Sobre el hombro de Ma. Luisa, Betty seguía la lectura de una traducción que nunca le gustó, pero que me exigió que transcribiera: Está de pie junto a la terraza, papaíto,/ en el retrato tuyo que tengo,/un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,/pero no por ello menos diablo, no menos/el hombre negro que/me partió de un mordisco el bonito corazón en dos./Tenía yo diez años cuando te enterraron. A los vfeinte traté de morir/para volver, volver; volver a ti./ Supuse que con los huesos bastaría./Pero me sacaron de la tumba, y me recompusieron con pegamento./ Y entonces supe lo que había que hacer.

lunes, 23 de abril de 2007

Betty con anteojos



Betty está nuevamente deprimida (apenas mira el fichero de autores, no le interesa si las etiquetas quedan a la misma altura en los anaqueles) y esta vez no es por el axolotl. Aunque no me lo dice, se que supone que perdió el toque, esa predisposición natural a reconocer a simple vista -por el corte de pelo, la manera de acomodarse el abrigo o el modo de morderse los labios- al tipo de lector que venía a la Biblioteca. Y junto con eso, Betty podía, sin equivocarse nunca, saber qué necesitaba cada uno; distinguir el ánimo que cambiaba de temporada en temporada, las posibilidades del fin de semana, la predisposición para el cuento de tranco corto o la novela interminable.
Es cierto que ahora no es infalible, pero lo sorprendente no es eso, sino que alguna vez haya podido descubrir debajo de un gorro de lana y un montgomery con corderito a un amante de Sade.
Lo que no le digo es que es casi imposible desentrañar qué es lo que los demás necesitan y que en general sus dotes adivinatorias fueron un precioso engaño, mezcla de voluntarismo y vehemencia. Creo que en realidad Betty está deprimida por falta de convicción.
Podría decirse que eso es, en el fondo, una nueva lucidez, pero no me atrevería a defender esta postura y condenar su alegría pasada como una forma de ceguera.
Calculo que lo que queda es sacarla de la atención al público y contratar un referencista con lo que nos queda del subsidio.

martes, 10 de abril de 2007

Clasificación


Hoy le mostré a Betty un libro que nos donaron en el que había una frase subrayada.

El tiempo es menos lo que pasa que lo que vuelve.

Ella insistió en ponerlo en el estante de Historia, Ensayos (909.4 Kos). Es donde va, pero no me convence. Es lo que me pasa con el matrimonio Dewey a menudo.

viernes, 6 de abril de 2007

Digan whisky



Betty cumplió años hace unos días, y sabiendo que no estaba nada bien por lo del axolotl, decidí organizarle un pequeño vernissage sorpresa en la piecita que usamos para encuadernar. El ponche circuló como en los buenos viejos tiempos y la sangre nueva de tres socios que estaban renovando el carnet y se sumaron a la lambada terminó de armar el amable jolgorio.
Entonces me aparté por un rato del grupo y vi a Betty, que charlaba con la querida María Luisa, y me acordé de todas las chicas de las que ya no sabemos nada. Y después pensé que en realidad no sabemos nada de lo que les pasa ahora, pero sabemos de ellas los epígrafes de muchas fotos que aún conservo.
Tengo otras fotos y otros epígrafes con los que Betty y Maria Luisa no tienen nada que ver. Pero eso es porque no nacimos juntas y porque llevo muchos años alternando entre tratar de olvidarme de algo y recordar algunas escenas.
Mientras terminaba mi copita se acercó uno de los muchachos bailarines y me dio una hojita manuscrita. Yo pensaba en otra cosa, pero tal vez no. Espero que nuestro joven socio no se ofenda por ofrecerles esto, como un efecto de lectura instantánea, ponche y cumpleaños.

Hay casos claros de perversión infantil:
la insistencia en recordar las capitales de Europa,
armar casitas con nada,
esperar la décima visita de las tías,
arrastrar ese carrito inmundo jugarse la gracia en una foto
Digo, ejemplos evidentes
de decisiones imposibles calculadas maneras
de ganarse un amor incondicional
tenerlo a un codo de distancia
para rendirse de una vez y así

lunes, 2 de abril de 2007



Se cayeron tres estantes, y un fichero apareció revuelto y hay demasiado trabajo. Y Betty no ayuda. Me voy a tener que ocupar yo.

sábado, 24 de marzo de 2007

Estalló el verano


Las variadas actividades de la institución me tuvieron sumamente ocupada; y aunque le indiqué a Betty que me suplantara en la tarea (“Betty, ocupate”, le dije) siguió, como siempre, con otra cosa.
Cuando me hice un rato frente al monitor, advertí que nuestra estimada socia Pdepau manifestaba su curiosidad acerca de la figura de Alcides. Y aunque me gusta contestar todas las consultas, varias razones dificultan, en este caso, la tarea: la condición institucional de este blog, y el fin del verano.
Si las hordas de muchachitos adolescentes que con su desesperación de exámenes son las que nos avisan a Betty y a mí que los morosos días de enero y febrero han terminado, hubo una época en que ese límite lo imponía Alcides apareciendo en la Sala de Lectura con la campera puesta. Y aunque me apoyaba en una variada bibliografía para manifestarle que el verano era un estado y no una época, esos argumentos nunca fueron suficientes.
Alcides, por naturaleza reflexivo, se despachaba sin más con algún informe periodístico en el que se decía que había que cosas que estaba bien o mal usar en la playa. Y así, aunque el verano según él ya no existía, lo usaba para explicar que había empezado la época del orden y la mesura, cosas que en realidad nunca debieran haberse olvidado.
Era inútil decirle que uno se arma su propio verano y si quiere se pone ojotas con medias y se calza un libro bajo el brazo y que eso puede incluso transformarse en tendencia. Alcides entregaba prolijamente los volúmenes que se había llevado en préstamo, volvía por noviembre, días más, días menos, y nunca comentó qué opinaba de la primavera.
La foto de Sierra de los Padres que originó esta inquietud de nuestra socia la sacamos en pleno enero y sigo pensando que lucimos jóvenes confiados y felices. Pero ahora se ve que yo trato de disimular en mi mano la lista de libros para la playa que Alcides me había dictado. Seguramente por julio la pondremos a disposición de los lectores para seguir brindando los servicios de los que esta institución es responsable.

sábado, 17 de marzo de 2007

4 x 4, tres cuartos perfil

Felizmente, el axolotl de Betty pasó a mejor vida. Y como sucedió después del deceso de Norberto, su legítimo marido por 32 años, Betty estará un poco melancólica por algunos días pero pronto el trabajo cotidiano la colmará de sana alegría.
Y eso no es poca cosa, porque cuando ya habíamos presentado los últimos papeles para el subsidio y todo parecía anunciar una época de poca actividad, surgió un problemita, digamos, no contemplado en nuestro reglamento de socios.
Como ustedes saben, para el trámite se piden dos fotos actualizadas del solicitante. Pero hete aquí que lo que debería haber sido parte de nuestra rutina, ha venido transformándose en una pesadilla.
El requisito de foto actualizada ha sido resuelto por la mayoría de los socios potenciales de un modo que nos hace difícil avalar el préstamo de volúmenes. En mi escritorio se acumulan imágenes de niños coronados por alguno de los dos lobos marinos marplatenses; dos fotos de comunión, una de chica y otra de varoncito, una pareja de mellizas que rodea al Patriarca de los Pájaros y una grupal frente a Sky Ranch con buzos de egresados de la marca San Marcos (circa 1989, con Betty no llegamos a leer).
De los primeros que han venido a retirar su carné y se han encontrado con nuestra reticencia a efectivizar la asociación, hemos recibido también diferentes respuestas: que “no hay mejor socio que uno feliz en La Feliz”, “qué aval puede ser mejor que la fe”, “¿Cómo podría confirmarse mejor mi compromiso con la cultura?”. Pero la mejor, la que nos hizo dudar a Betty y a mí, fue “aquí éramos felices, jóvenes y confiados”.
A ese le hicimos el carnet. Los demás están en veremos, pero para equiparar pusimos en la sala de lectura un preciosa foto ampliada de aquel día en Sierra de los Padres que pasamos Betty, Norberto, Alcides y yo, cuando todo era tanto más sencillo y no teníamos mascotas y no había tantas cosas para decidir ni trámites para hacer.

martes, 6 de marzo de 2007

Betty en la pecera


En los últimos días, a Betty se la nota muy desconcentrada. Circula de la Sala de Lectura al depósito con ese aspecto de falsa premura que ya le conozco y que en general coincide con el período en que su axolotl entra en celo.
Esto deriva, indefectiblemente, en que tenga que ocuparme de casi todo; incluso de los últimos detalles para que hagan efectivo el subsidio. Quedan pocos días para eso y lo peor es que yo empiezo a desconcentrarme junto con ella, a zangolotearme mentalmente al ritmo de la salsa en lugar de terminar el inventario según la clasificación Dewey.
Esto me preocupa institucionalmente, digo, y queda una sola salida: conseguirle una hembra a la mascota antes de que se nos terminen los plazos.

martes, 27 de febrero de 2007

René y la salsa


Entre las nuevas actividades de la Biblioteca Popular Marta Paste se cuentan unas simpatiquísimas clases de salsa. Algunas quejas apuntan a la necesidad de mayor volumen en nuestro doble cassetera, en concordancia con el sudor que parece ser característico de esos ritmos tropicales. Pero como las clases se dan en la Sala de Lectura, en horario vespertino, creemos que la voluntad de zangoloteo debe suplir la falta de parlantes.

Uno de los socios más ilustres viene a las clases, religiosamente, y se dedica a exponer, en cuanto puede, en esos intermedios dados a la charla, su imposibilidad para captar los pasos. Desde mi escritorio escucho con disimulada atención las insistentes disculpas con las que el muchacho deja en claro, sin quererlo, que el cuerpo es una cosa y la mente otra.

Betty sugirió pasarle el librito de Descartes para que entendiera que a partir de allí han tratado de hacerle creer eso a todo el mundo. Pero a mí me parece que más bien podría ser dañino; no me extrañaría escuchar en un par de semanas, en lugar de un eufórico “azúcarrrr”, algo como “Pienso, luego bailo”.

A esto se suma que la traducción que tenemos en inventario es muy mala y que lo mejor para ese muchacho es dejarse llevar.

domingo, 25 de febrero de 2007

Ante las maliciosas dudas planteadas por algunos de nuestros socios, quisiera dejar en claro que la Biblioteca Popular no lleva el nombre “Marta Paste” como un despliegue de egocentrismo de mi parte, sino como un sentido homenaje a quien fuera la fundadora de un legado familiar que ya lleva tres generaciones bregando por la difusión de la cultura. Yo solamente he tenido la dicha, desde mi primer vagido, de llevar su nombre y tratar, humildemente, de continuar su tarea y conducir (junto a Betty) esta institución cuyos fundamentos, en lo que a su realización virtual refiere, hemos de enumerar, pero no necesariamente de cumplir.

  • La Biblioteca Popular Marta Paste tiene dial up. Así se va a quedar por un buen rato.
  • Este no es un espacio para el delirio catártico, sino un blog institucional. (Betty se muere por contar su historia con el negro de Belice. “Será cuando haya banda ancha”, le dije)
  • El ingreso de nuevos socios es bienvenido, sin distinciones de clases, razas, creencias o inclinaciones sexuales. Pero la casa se reserva el derecho de admisión. Y nosotras decidimos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, para la tranquilidad de algunos socios actuales.
  • La inclusión de imágenes, la selección del “lector del mes” y la recomendación de sitios estarán supeditadas al progresivo aprendizaje de las herramientas virtuales necesarias.
  • El hecho de que, cuando aprendamos, publiquemos una simpatiquísima foto de Betty y yo en un encuentro de Bibliotecología del 2002 no autoriza a los socios a saludarnos si un día nos encuentran por la calle.
  • Los presentes fundamentos pueden ampliarse, reducirse o desaparecer sin que esto suponga una lectura psicológica barata expuesta con el desagradable grito “¡Neurosis!”

jueves, 22 de febrero de 2007

La institución permanecerá cerrada por un tiempito. Betty y yo estamos haciendo el inventario.